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domingo, 9 de octubre de 2016

Textos para los ritos de Admisión: Lecturas Bíblicas.

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. Española, reimpresión 2012)

Apéndice. Ritual de la Admisión a la plena comunión con la Iglesia Católica de los ya bautizados válidamente.

CAPÍTULO III. TEXTOS PARA LOS RITOS DE ADMISIÓN

I. LECTURAS BÍBLICAS

29. Las lecturas bíblicas, ya para la Misa, ya para la liturgia de la Palabra, se pueden tomar total o parcialmente de la Misa del día o de la Misa para la unidad de los cristianos (cf. Ordo lectionum Missae, nn. 850-854) o de la Misa de la iniciación cristiana (cf. ibídem, nn. 752-756).

Pero cuando el rito se celebra sin Misa, se pueden utilizar los textos que siguen:

PARA LA ADMISIÓN A LA PLENA COMUNIÓN CON LA IGLESIA DE LOS YA BAUTIZADOS VÁLIDAMENTE (Leccionario V, págs. 123-137)

Las lecturas, los salmos responsoriales y los versículos antes del Evangelio pueden tomarse, en
todo o en parte, de la misa del día, de la misa por la unidad de los cristianos (Leccionario VI, de las
misas por diversas necesidades y votivas), de la misa de la iniciación cristiana o entre los
siguientes:


LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

 Rom 8, 28-39 (Leccionario V, pág. 123)

Nos predestinó a reproducir la imagen de su Hijo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

HERMANOS:
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien a los cuales ha llamado conforme a su designio.
Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos.
Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Después de esto, ¿qué diremos? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como está escrito: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza.»
Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Palabra de Dios.

II  1 Cor 12, 31-13, 13 (Leccionario V, págs. 124-125)

El amor no pasa nunca
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:
Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente.
Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.
Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.
Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca.
Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.
Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor.
La más grande es el amor.

Palabra de Dios.

III  Ef 1, 3-14. (Leccionario V, págs. 125-126)

Dios nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables por el amor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él, por su sangre, tenemos la redención,
el perdón de los pecados,
conforme a la riqueza de la gracia
que en su sabiduría y prudencia
ha derrochado sobre nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad:
el plan que había proyectado realizar por Cristo,
en la plenitud de los tiempos:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
En él hemos heredado también
los que ya estábamos destinados por decisión
del que lo hace todo según su voluntad,
para que seamos alabanza de su gloria
quienes antes esperábamos en el Mesías.
En él también vosotros,
después de haber escuchado la palabra de la verdad
-el evangelio de vuestra salvación-,
creyendo en él
habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo prometido.
Él es la prenda de nuestra herencia,
mientras llega la redención del pueblo de su propiedad,
para alabanza de su gloria.

Palabra de Dios.

IV  Ef 4, 1-7. 11-13 (Leccionario V, págs. 126-127)

Un Señor, una fe, un bautismo; un Dios, Padre de todos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

HERMANOS:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobre llevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo
y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Palabra de Dios.

V  Flp 4, 4-8 (Leccionario V, pág. 127)

Todo lo puro, tenedlo en cuenta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.

HERMANOS:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.

Palabra de Dios.

VI  1 Tes 5, 16-24. (Leccionario V, pág. 67)

Que vuestro espíritu, alma y cuerpo se mantenga hasta la venida del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.

HERMANOS:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis las profecías. Examinadlo todo; quedaos con lo bueno.
Guardaos de toda clase de mal. Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que os llama es fiel, y él lo realizará.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

I  Sal 26, 1bcde. 4. 8c-9abcd. 13-14.(R.: 1b) (Leccionario V, pág. 129)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

V. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

V. Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.

V. Tu rostro buscare, Señor.
No me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R.

V. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, se valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

II  Sal 41, 2. 3; 42, 3. 4. (R.: cf. 41,3a) (Leccionario V, pág. 130)

R. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.

V. Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R.

V. tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entrare a ver el rostro de Dios? R.

V. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.

V. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.

III  Sal 60, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 9. (R.: 4a) (Leccionario V, pág. 130)

R. Tu eres mi refugio, Señor.

V. Escucha, oh, Dios, mi clamor,
atiende a mi súplica.
Te invoco desde el confín de la tierra. R.

V. Con el corazón abatido:
llévame a una roca inaccesible.
Porque tu eres mi refugio
y mi bastión contra el enemigo. R.

V. Habitaré siempre en tu morada,
refugiado al amparo de tus alas.
Porque tu, oh, Dios, escucharás mis votos
y me darás la heredad de los que temen tu nombre. R.

V. Yo cantaré salmos a tu nombre,
e iré cumpliendo mis votos día tras día. R.

IV  Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9. (R.: cf. 2b) (Leccionario V, pág. 131)

R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

V. Oh, Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

V. ¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale mas que la vida,
te alabarán mis labios. R.

V. Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciare como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.

V. Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con jubilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.

V  Sal 64, 2-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 2a) (Leccionario V, págs. 131-132)

R. Oh, Dios, tu mereces un himno en Sión.

V. Oh, Dios, tu mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos en Jerusalén,
porque tu escuchas las suplicas. R.

V. A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas. R.

V. Dichoso el que tu eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo. R.

V. Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto. R.

VI  Sal 120, 1bc-2. 3-4. 5-6. 7-8. (R.:2a) (Leccionario V, pág. 132)

R. El auxilio me viene del Señor.

V. Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.

V. No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R.

V. El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R.

V. El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R.


EVANGELIO

 Mt 5, 2-12a. (Leccionario V, pág. 133)

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús enseñaba a sus discípulos diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor.

II  Mt 5, 13-16 (Leccionario V, pág. 134)

Brille así vuestra luz ante los hombres
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, Jesús enseñaba a sus discípulos diciendo:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con que la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

Palabra del Señor.

III  Mt 11, 25-30 (Leccionario V, págs. 134-135)

Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a los pequeños
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviare. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

IV  Jn 3, 16-21 (Leccionario V, pág. 135)

Todo el que cree en él tenga vida eterna
Lectura del santo Evangelio según san Juan.

TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor.

V  Jn 14, 15-23. 26-27 (Leccionario V, pág. 136)

Vendremos a él y haremos morada en él
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que este siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad . El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amare y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿que ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?».
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde».

Palabra del Señor.

VI  Jn 15, 1-6 (Leccionario V, pág. 137)

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mi y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden».

Palabra del Señor.

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