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miércoles, 22 de marzo de 2017

Ritual de Enfermos: Lecturas del Antiguo Testamento.

Ritual de la Unción y de la pastoral de enfermos (6ª ed. española 1996)

CAPÍTULO IX. LECCIONARIO PARA EL RITUAL DE ENFERMOS

EN LA CELEBRACIÓN DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO (Leccionario V, págs. 265-274)
SOLO FUERA DEL TIEMPO PASCUAL

I. Elías, desfallecido por el camino, es confortado por el Señor 

260. Viático es la comida para la vía o camino. En la angustia de muerte (v. 4) que el hombre de Dios, Elías, experimenta, el viático de pan y agua que Dios le depara, le permite seguir un duro camino de 40 días (como los 40 años del desierto) y poder llegar así al monte donde Dios se le revelará.

Leccionario V, pág. 265
 1 Re 19, 1-8
Elías, cansado en el camino, era confortado por el Señor 
Lectura del primer libro de los Reyes.

EN aquellos días, Ajab transmitió a Jezabel cuanto había hecho Elías y cómo pasó a cuchillo a todos los profetas de Baal. Jezabel envió un mensajero para decirle:
«Que los dioses me castiguen si mañana a estas horas no he hecho con tu vida como has hecho tú con la vida de uno de estos».
Entonces Elías tuvo miedo, se levantó y se fue para poner a salvo su vida. Llegó a Berseba de Judá y allí dejó a su criado.
Luego anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo:
«¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor que mis padres!».
Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo:
«Levántate y come».
Miró alrededor y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo:
«Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo».
Elías se levantó, comió, bebió y, con la fuerza de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

Palabra de Dios.


II. ¿Por qué dio luz a un desgraciado?

261. El dolor y enfermedad de Job le llevan a una crisis pro­funda que pone en entredicho el sentido de una existencia tan llena de dolor y de miseria. La visión de Dios que se manifiesta al fin del libro, le llevará a aceptar —aunque no lo comprenda— su dolor y bendecir la mano que le hiere.

Leccionario V, pág. 266
II  Job 3, 1-3. 11-17. 20-23
¿Por qué se da luz a un desgraciado?
Lectura del libro de Job.

EN aquellos días, Job abrió la boca y maldijo su día, diciendo:
«¡Muera el día en que nací
y la noche que anunció:
Se ha concebido un varón"!
¿Por qué al salir del vientre no morí
o perecí al salir de las entrañas?
¿Por qué me recibió un regazo
y unos pechos me dieron de mamar?
Ahora descansaría tranquilo,
ahora dormiría descansado
con los reyes y consejeros de la tierra
que se hacen levantar mausoleos,
o con los nobles que amontonan oro,
que acumulan plata en sus palacios.
Como aborto enterrado, no existiría,
igual que criatura que no llega a ver la luz.
Allí acaba el ajetreo de los malvados,
allí reposan los que están desfallecidos.
¿Por qué se da luz a un desgraciado
y vida a los que viven amargados,
que ansían la muerte que no llega
y la buscan más escondida que un tesoro,
que gozarían al contemplar el túmulo,
se alegrarían al encontrar la tumba;
al hombre que no encuentra camino
porque Dios le cerró la salida?».

Palabra de Dios


III. Recuerda que mi vida es un soplo

262. Junto a momentos de intensa plenitud la vida ofrece al hombre otros de angustia y desengaño. Por eso es normal que desde el fracaso y la enfermedad vea Job así su propia vida: dura como la lucha y el trabajo (v. 1), rápida como un soplo (v. 7), in­cierta como una nube (v. 9).

Leccionario V, pág. 267
III  Job 7, 1-4. 6-11
Recuerda que mi vida es un soplo
Lectura del libro de Job.

EN aquellos días, Job habló diciendo:
«¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra,
y sus días como los de un jornalero?;
como el esclavo, suspira por la sombra;
como el jornalero, aguarda su salario.
Mi herencia han sido meses baldíos,
me han asignado noches de fatiga.
Al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré?
Se me hace eterna la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Corren mis días más que la lanzadera,
se van consumiendo faltos de esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no verán más la dicha.
Los ojos que me ven no me verán,
cuando me mires tú, ya no estaré.
Como la nube pasa y se disipa,
el que baja al Abismo ya no sube;
no vuelve a su casa,
su morada no lo reconoce.
Por eso no frenaré mi lengua,
hablará mi espíritu angustiado,
me quejaré repleto de amargura».

Palabra de Dios.


IV. ¿Qué es el hombre para que le des importancia?

263. A toda fe en la resurrección acompaña la duda del ani­quilamiento y de la no supervivencia (w. 16, 21). Esta duda profunda se mantiene en Job junto con el vivo sentimiento de la cer­canía de Dios que le busca (v. 20), le mira (v. 19), le visita (v. 18) y le atiende hasta la propia sorpresa (v. 17).

Leccionario V, pág. 268
IV  Job 7, 12-21
¿Qué es el hombre para que te ocupes tanto de él?
Lectura del libro de Job.

EN aquellos días, Job habló diciendo:
«Soy acaso el Mar o el Dragón
para que tú me pongas un guardián?
Cuando pienso que el lecho me aliviará,
que la cama acallará mis quejidos,
entonces me espantas con sueños,
entonces me atemorizas con pesadillas.
Preferiría acabar asfixiado,
la muerte antes que esta existencia.
Me consumo; no he de vivir eternamente,
déjame tranquilo, mis días son un soplo.
¿Qué es el hombre para que te ocupes tanto de él,
para que pongas en él tu interés,
para que le pases revista por la mañana
y lo examines a cada momento?
¿Por qué no apartas de mí la vista
y no me dejas ni tragar saliva?
Si he pecado, ¿en qué te afecta,
Guardián de los humanos?
¿Por qué me has tomado como blanco
y me he convertido en tu carga?
¿Por qué no perdonas mi delito
y pasas por alto mi culpa?
Pues pronto me acostaré en el polvo,
me buscarás, pero no existiré».

Palabra de Dios.


V. (Para los moribundos) Yo sé que está vivo mi Vengador

264. El pensamiento de que Dios nos está castigando y persi­guiendo (w. 21-22): •me ha herido la mano de Dios, que me per­sigue») nos asalta a nosotros como a Job en los momentos de sufrimiento inexplicable. Sin embargo, eso debe coexistir con la fuerte convicción de que él es el verdadero y último fiador y salva­dor que nos lleva a ver a Dios (v. 26; cf. Jn 1, 18).

Leccionario V, pág. 269.
Job 19, 1. 23-27a
Yo sé que mi redentor vive 
Lectura del libro de Job.

EN aquellos días, Job habló diciendo:
«¡Ojalá se escribieran mis palabras!
¡Ojalá se grabaran en cobre,
con cincel de hierro y con plomo
se escribieran para siempre en la roca!
Yo sé que mi redentor vive
y que al fin se alzará sobre el polvo:
después que me arranquen la piel,
ya sin carne, veré a Dios.
Yo mismo lo veré, y no otro;
mis propios ojos lo verán».

Palabra de Dios.


VI. ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría?

265. Si ya le es difícil al hombre predecir acontecimientos futuros intraterrenos (v. 14), cuánto más saber qué es lo que le puede pasar una vez terminada esta vida (v. 16). Para ello necesitamos sabiduría, consejos y espíritu de lo alto (v. 17). A si nos identificaremos con Dios hasta conocer lo que él conoce de noso­tros y querer lo que él quiere hacer de nosotros.

Leccionario V, págs. 269-270
VI  Sab 9, 9-11. 13-18
¿Quién conocerá tus designios, si tú no le das Sabiduría?
Lectura del libro de la Sabiduría.

CONTIGO está la Sabiduría, Señor de la misericordia,
conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos,
y de tu trono de gloria envíala,
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Pues, ¿qué hombre conocerá el designio de Dios?,
o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?
Los pensamientos de los mortales son frágiles
e inseguros nuestros razonamientos,
porque el cuerpo mortal oprime el alma
y esta tienda terrena abruma la mente pensativa.
Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra
y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance,
¿quién rastreará lo que está en el cielo?
¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría
y le envías tu santo espíritu desde lo alto?
Así se enderezaron las sendas de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada
y se salvaron por la sabiduría.

Palabra de Dios.


VII. Fortaleced las manos débiles

266. El destierro operó en el pueblo judío, como tremenda enfermedad, una total frustración de sus ideales en cuanto a su propio destino histórico y religioso. Desde ese desánimo y frustración surge una esperanza renovada en el poder de Dios, que hará resurgir para el pueblo una vida de paz y de gozo, completamente renovada.

Leccionario V, págs. 270-271
VII  Is 35, 1-10
Fortaleced las manos débiles
Lectura del Profeta Isaías.

EN aquellos días, el desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrará la estepa y florecerá,
germinará y florecerá como flor de narciso,
festejará con gozo y cantos de júbilo.
Le ha sido dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Contemplarán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles,
afianzad las rodillas vacilantes
decid a los inquietos:
«Sed fuertes, no temáis.
¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,
la retribución de Dios.
Viene en persona y os salvará».
Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se abrirán;
entonces saltará el cojo como un ciervo
y cantará la lengua del mudo,
porque han brotado aguas en el desierto
y corrientes en la estepa.
El páramo se convertirá en estanque,
el suelo sediento en manantial.
En el lugar donde se echan los chacales
habrá hierbas, cañas y juncos.
Habrá un camino recto.
Lo llamarán «Vía sacra».
Los impuros no pasarán por él.
Él mismo abre el camino
para que no se extravíen los inexpertos.
No hay por allí leones,
ni se acercan las bestias feroces.
Los liberados caminan por ella
y por ella retornan los rescatados del Señor.
Llegarán a Sion con cantos de júbilo:
alegría sin límite en sus rostros.
Los dominan el gozo y la alegría.
Quedan atrás la pena y la aflicción.

Palabra de Dios.


VIII. Él soportó nuestros sufrimientos

267. Ya sabe el profeta que no le van a creer (53, 1). ¿Cómo va a poder considerarse bendecido por Dios aquel a quien Dios mismo ha humillado (v. 4) y triturado (v. 10)? Y, sin embargo, lo afirma sin vacilar, lleno de esperanza: con su dolor, aceptado sin rechistar, intercediendo por los pecadores entre los que se le cuenta, parecía morir para siempre (Sb 3, 2-4), pero no es así. Tendrá éxito. Sus cicatrices nos curan. No sufrió en vano.

Leccionario V, págs. 272-273
VIII  Is 52, 13—53, 12
Él soportó nuestros sufrimientos
Lectura del Profeta Isaías.

Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él,
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos:
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio?
¿A quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como un brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultaban los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado,
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no habría la boca:
como cordero llevado al matadero, 
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no habría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién se preocupará de su estirpe?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte,
y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
él tomó el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios.


IX. El Espíritu del Señor me ha enviado para consolar a los afligidos

268. El espíritu de Dios presente y operante en nosotros es un espíritu que obra en nuestro interior esperanza, salvación, gracia y consuelo. Se trata de dejarle obrar, abandonando la mirada egoísta y preocupada hacia nosotros mismos, y permitiendo que él transforme en gozo nuestro luto, en alabanza nuestro abatimiento.

Leccionario V, pág. 274.
IX  Is 61, 1-3a
El Espíritu del Señor me ha enviado para consolar a los afligidos
Lectura del Profeta Isaías.

EL Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para curar los corazones desgarrados,
proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad;
para proclamar un año de gracia del Señor,
un día de venganza de nuestro Dios,
para consolar a los afligidos,
para dar a los afligidos de Sion
una diadema en lugar de cenizas,
perfume de fiesta en lugar de duelo,
un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido.

Palabra de Dios.

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